miércoles, mayo 02, 2007

La medicina Paliativa

Dr. Elmer Huerta
(Oncólogo)

"Hace tanto tiempo que no había dormido tan bien, hijo mío" . Esas fueron las palabras con las que mi madre me saludó la madrugada del jueves 16 de febrero del 2006, al despedirme de ella para regresar a mi hogar, en EE.UU. Yo no podía creer lo que escuchaba, considerando que solo un día antes ella me había pedido con lágrimas en lo ojos que, como médico, hiciera algo para aliviarle el terrible dolor que su cáncer terminal de vejiga le producía en la pelvis. Quise asegurarme antes de partir de que su martirizante dolor estaba realmente controlado y le pregunté: "¿Sientes el dolor?". A lo que ella respondió: "El dolor, ah el dolor. Claro que está allí -señalándose el bajo vientre-, pero ¡quién le hace caso...! Ya no me molesta, me siento tan bien". El día anterior le habíamos mandado a colocar, en el servicio de Medicina Paliativa y Tratamiento del Dolor del Hospital de Neoplásticas, una pequeña bomba de infusión continua de morfina para el control de su dolor. Mi madre murio casi un mes y medio después, sin que en la casa se oyera un solo ay de dolor. Ahora, un año después de su fallecimiento, quiero compartir esa triste pero reconfortante experiencia para que si alguien está pasando el mismo trance de tener a un familiar con un dolor intratable debido a un cáncer terminal, sepa que hay una maravillosa espacialidad llamada medicina paliativa y del dolor. En el Pérú, la medicina paliativa y del dolor es todavía desconocida, crea sentimientos encontrados (mucha gente cree equivocadamente que es eutanacia) e incluso muchos médicos la rechazan. Como muestra, el consumo per cápita anual de morfina es de 66 mg (miligramos) en Canadá; 47 mg en EE.UU.; 4,3 mg en Brasil; 1,5 mg en Argentina y solo 0,18 mg en el Perú. S i usted está en la misma situación en que estuvo mi familia, busque ayuda, exígale a su médico que le conecte con un servicio de medicina paliativa; y si no sabe cómo, acuda usted directamente al servicio de medicina palativa y del dolor del INEN. Si su familiar tiene que morir de cáncer, no permita que muera de dolor.

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