martes, enero 16, 2007

Una saludable alternativa en la mesa


Los alimentos funcionales son aquellos que contienen ciertos componentes o nutrientes biológicamente activos para mejorar la salud física y mental.

Muchos de ellos ayudan a prevenir ciertas enfermedades crónico degenerativas. Sin embargo, esas propiedades especificas deben estar respaldadas con suficiente evidencia científica.



EQUILIBRIO .La recomendación es consumir alimentos funcionales al lado de los tradicionales como parte de una dieta balanceada.

andrea solano
TIEMPOS DEL mundo




Tener un régimen de alimentación sano, variado y equilibrado, que brinde al organismo todos los nutrientes necesarios para su adecuado funcionamiento, no parece complicado.

No obstante, las pautas que impone el estilo de vida moderno hacen difícil cumplir con esta recomendación.

En aras de garantizar una mejor calidad de vida y compensar los desequilibrios alimenticios asociados con la aparición de muchas enfermedades, en Japón se inició hace unos veinte anos, una serie de investigaciones sobre un nuevo tipo de alimento llamado 'funcional'. En Occidente, sin embargo, el concepto aún es poco conocido a pesar de los efectos positivos comprobados que estos productos brindan al cuerpo humano.

Los alimentos funcionales son aquellos que además de aportar los nutrientes tradicionales contienen ciertos componentes específicos y biológicamente activos que resultan beneficiosos para una o varias funciones del organismo.

De este modo contribuyen al mejoramiento de la salud física y mental y a la prevención de enfermedades crónico degenerativas.

"La diferencia con los aumentos tradicionales es justamente ese valor agregado en beneficio de la salud. El concepto de alimento funcional es más usado para aquellos productos procesados a los que intencionalmente se les añade un componente especifico. Sin embargo, también se consideran como tales aquellos alimentos que, en su estado natural o con el mínimo procesamiento, tienen propiedades benéficas para el organismo", explicó la nutricionista costarricense Rebeca Saborio.

Sin embargo, para lograr resultados ventajosos, esas variaciones en la composición química y nutricional deben estar científicamente comprobadas.

Según lo establece el Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación, es indispensable evitar que los fabricantes promuévanlos alimentos funcionales atribuyéndoles virtudes no corroboradas. Es por ello que actualmente varias entidades internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación y el Consejo de Europa trabajan en el establecimiento de un marco regulador para aspectos como la producción, distribución, etiquetado y publicidad de estos productos.




¿Para todos?


Según explicó la nutricionista Rebeca Saborío, los alimentos funcionales se caracterizan por la ausencia de efectos nocivos y, por el contrario, es mucho lo que aportan al organismo. Entre los beneficios están la reducción de riesgos de hipertensión, diabetes o anemias; prevención de la osteoporosis; disminución del colesterol malo; mejoramiento en la función del tracto gastrointestinal; fortalecimiento del sistema inmunológico; protección contra enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer; y desarrollo de huesos y dientes, entre otros.

Al no presentar contraindicaciones, la recomendación es consumir alimentos funcionales al lado de los tradicionales como parte de una dieta balanceada.

Estos alimentos están indicados también para personas con requerimientos nutricionales especiales, como mujeres embarazadas, niños, adultos mayores e individuos propensos a ciertas enfermedades crónicas. Además son una excelente opción para compensar una alimentación desequilibrada y perjudicial para la salud, es decir, rica en grasas saturadas y pobre en fibra, vitaminas y minerales.



Beneficio seguro


Se recomienda incorporar los alimentos funcionales al régimen alimenticio normal para que el organismo pueda aprovechar sus propiedades específicas y así obtener una mejoría en el estado de la salud física y mental. Entre los alimentos funcionales se destacan los que contienen determinados minerales, vitaminas, ácidos grasos y fibra, así como aquellos a los que se les han añadido sustancias biológicamente activas, como los fitoquímicos u otros antioxidantes y los prebióticos. Estos son algunos ejemplos:

Yogurt y otras leches fermentadas

Sus componentes activos son los prebióticos o lacto bacilos. Se trata de microorganismos vivos o bacterias "amistosas". También contienen prebióticos, componentes no digeribles, como la insulina y la oligofructosa mejoran el funcionamiento intestinal y restauran el equilibrio microbiano en los intestinos.

Margarinas enriquecidas

Contienen fitoesteroles. Por tener una estructura química muy similar al colesterol se ha evidenciado que inhiben la reabsorción a nivel intestinal del colesterol dietario. Disminuyen el riesgo de padecer afecciones cardiacas.

Cereales fortificados

Contienen Fibra y minerales (hierro). Estos componentes ayudan a reducir el riesgo de cáncer de colon; mejoran la calidad de la microflora intestinal; facilitan el transporte de .oxígeno en la sangre; pueden prevenir la aparición de anemias

Sal yodada

El yodo facilita la fabricación de hormonas tiroideas, imprescindibles para un desarrollo físico y psíquico normal.

Pan enriquecido


Contiene ácido fólico, un elemento que ayuda a reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular.

Huevos enriquecidos


Contienen ácidos omega-3, útiles en el control de la de hipertensión, la reducción del colesterol malo y la disminución del riesgo de enfermedades coronarias. :

Zumos enriquecidos

Contienen vitaminas (A y D), calcio, hierro. La vitamina A favorece la función visual y la D la facilita la absorción del calcio. El calcio ayuda en la formación de huesos y dientes y puede prevenir la osteoporosis. El hierro facilita el transporte de oxígeno en la sangre y prevenir la aparición de anemias.

Lecha enriquecida

Contiene fósforo y zinc, elementos que ayudan al desarrollo de los huesos y mejoran el sistema inmunológico.


Fuentes: Entrevista a la nutricionista
Rebeca Saborío, www.eufic.orf

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